sábado, julio 08, 2006

Siempre nos quedará Tokio


Dos crisis personales. Un escenario exótico y extraño (para ellos). Una característica en común: la soledad. Sofia Coppola le rinde más tributo a Truffaut que a su papá en su profunda historia personal llevada a la pantalla grande con el nombre de "Lost in Translation" (Perdidos en Tokio). Coppola recrea a través de tiempos muertos la soledad de Charlotte (Scarlett Johansson) y Bob Harris (Bill Murray), dos personajes que solo sonríen cuando están juntos. Los planos cercanos utilizados durante la película aprovechan las miradas perdidas de los personajes para poder recoger sus crisis de mediana edad y de niña-mujer (respectivamente). Crisis que se resaltan más por el lugar ajeno en el que se encuentran, un escenario que, en otro acierto de la directora, sirve como contrapeso al dolor que muestran y que evita que la cinta caiga en el melodrama. La mirada que los dos estadounidenses le dan Tokio es la del recuerdo de una aventura descontrolada y juguetona, por lo que no se debe pensar que es la que le hace mayor justicia . Es que para Bob y Charlotte, la capital japonesa siempre será un recuerdo entrañable y quiero pensar que lo que el actor cincuenton le dice al oído a la chica que quiere ser escritora es "Siempre nos quedará Tokio".

p.d. La Johansson se ha vuelto la fetiche de mis críticas y solo puede decir ante eso: "Que suerte tiene Woody Allen".