domingo, junio 18, 2006

Un final para nada merecido

Hace cuatro años, sentado en el sillón de la casa de Julio, lo vi consumar una de sus máximas proezas, una obra de arte realizada en el momento adecuado en el escenario adecuado. Zinedine Zidane anotaba uno de los goles más bonitos que he visto en una Liga de Campeones, una volea que le daba el triunfo y la copa al Real Madrid. No me acuerdo si se lo dije a Julio, pero si que lo pensé, el astro francés había ya tocado el cielo, no le quedaba más que retirarse. Cuatro años antes había metido dos goles en una final de la Copa del Mundo y se había puesto barreras demasiado altas; sin embargo, con ese gol las había superado. Ahora que lo acabó de ver salir cambiado, molesto y sin mirar a su inepto entrenador, del que es muy probablemente su último partido de fútbol oficial, creo que le hubiese convenido retirarse en ese momento, que no hubiese importado que solo tuviera treinta años, ya lo había hecho todo.
ZINEDINE ZIDANE, sí así entre mayúsculas, es uno de mis máximos ídolos. El último gran hombre orquesta, un astro del fútbol que sin mover un solo músculo de la cara es capaz de realizar maravillas con el balón, bicicletas, lanzar pases milimétricos o goles de cualquier rincón del campo de juego. Bastaba que la parara de pecho para que me importara un bledo que el Real Madrid no le pudiera ganar al Getafe. Uno de esos jugadores capaces de demostrar que para realizar malabares con criterio no es necesario bailar zamba.
Vuelvo al primer párrafo. Ahora que lo veo salir de una cancha poblada por un cuadro coreano ordenado e insolente por culpa de un técnico amarrete, no puedo evitar compararlo con Marlon Brando o Humphrey Bogart, dos genios del cine que tuvieron a un bodrio como última película. Si pues, pienso que en realidad no es su culpa, que el guión de su última secuencia no lo escribió él, que el solo fue un actor en una mediocre cinta. Al fin y al cabo siempre tendré en la cabeza los cabezazos a Brasil y la volea al Bayern Leverkusen. Ese será el final que escogeré y ese es el que estoy aplaudiendo.

p.d. Todavía no es un hecho que el partido Corea del Sur-Francia sea el último de su carrera, pero me es muy difícil creer que no lo será. En todo caso, aún guardo una ligera esperanza de que se despida con la copa entre las manos.