sábado, julio 22, 2006

Un homenaje a la ultraviolencia


La ECW (Extreme Championship Wrestling) se vende como un espectáculo de lucha libre con violencia extrema y la verdad creo que no le falta razón. En sus eventos se puede observar a luchadores sadomasoquistas entrelazados en alambres de púas o siendo auxiliados con extintores tras caer sobre mesas adornadas por llamas. Imágenes reservadas para un público más cercano a una barra de estadio argentino que al grupo de espectadores pasivos que se acostumbra ver en las transmisiones de la WWE. Es claro que para satisfacer a ese público se necesita a personajes como Mick Foley 'Cactus Jack' 'Mankind' 'Dude love', 'The Sandman' o Tommy Dreamer capaces de sacrificar su integridad física por el aplauso de unos bárbaros. Sin embargo, de esos personajes yo me quedo con Sabú. Diez años atrás, lo vi en un programa especial de la entonces aún WWF, en el que se enfrentó con un luchador de marca menor pero acróbata como él, Flash Funk, al que venció tras una pelea de antología. Rompieron mesas (cuando aún no era costumbre), se repartieron sillazos en el aire y volaron de esquinero a esquinero. Ese día me declaré hincha de Sabú, pese a que no lo volví a ver luchar hasta el sábado pasado. Nunca entendí por qué la WWE no lo reclutó y pensé que podría haber sido por una pérdida de sus facultades acróbaticas, pero estaba totalmente equivocado. En la transmisión, volví a ver sus extraordinarias maniobras, su temeridad, el poco aprecio que le tiene a su cuerpo. Sabú volvió a dejarme admirado. También, me dejó pensando por qué una persona puede atreverse a realizar maniobras tan suicidas solo por el mérito de un aplauso. Derepente, ni el mismo Sabú tiene la respuesta y no le interesa tenerla. Lo más probable es que Sabú solo se contente con romper una mesa en el aire por el hecho de que sabe que puede y quiere hacerlo. La gloria lo es todo, dicen algunos.