sábado, enero 26, 2008

El cantante de bodas (II)

Cantar en bodas es mi hobby. Tomar fotos es mi verdadera profesión y me ha dado réditos en varios aspectos. No solo me permite mantener una holgada economía, sino que también me ha acercado a mujeres a las que nunca les hubiese hablado de no tener un lente conmigo. No es que yo sea tímido o apocado, todo lo contrario creo saber que decir en el momento adecuado, sino que soy flojo y si uno se da cuenta una cámara es un recurso que facilita caminos. Bonitas o feas, gordas o flacas, chatas o altas, todas caen rendidas ante la posibilidad de ser bien retratadas. Yo eso lo aprendí a temprana edad y he sabido sacarle provecho. He jugado con el ego de varias mujeres y casi siempre he sabido sacarle provecho a la situación. Y es que soy bueno en lo que hago y ellas lo aprecian. Obviamente no todo se lo debo a mi cámara, soy blanco, alto y de clase alta, en un país donde el color y el status son importantes. Y ese status me permitió estudiar sin problemas en una buena universidad y tener las comodidades necesarias para impresionar a la gente. En estos momentos, soy un fotógrafo de estudio, aunque en algún momento trabajé para revistas y periódicos. Allí conocí a varios románticos que piensan que aún puedan usar palabras para conquistar a una mujer. La verdad sus actos desesperados me dan un poco de ternura, pero no me atrevo a hacerles caer en la realidad. Quizás lo que me frena es saberles incapaces de entender su derrota. ¿Es qué no es tonto pensar que usar palabras es una buena idea en un momento en que las fotos son cada vez más grandes y los textos más chicos? Si ellos no pueden ver eso, no seré yo quien se los diga. Aunque creo que alguna vez se lo comenté a un jóven periodista en una boda, la misma noche en que le quite a su pareja. Aún tengo la foto de esa morena en mi velador, pese a que no estuvimos juntos mucho tiempo. En realidad nunca estoy mucho tiempo con mis parejas. Pero si guardo sus fotos, especialmente las que tomo en las bodas. El último matrimonio al que fui tuvo lugar pocos días antes de la Navidad y recuerdo que por esos días me obsesioné con una canción de Wham. "Last Christmas" me salvó la Navidad y la boda.