El camino del migrante (25th hour)
Si usted no ha visto "25th Hour" no lea este post ya que lamentablemente tengo que hablar de dos escenas y una de ellas es la final. Para mí las escenas de la conversación de Montgomery Brogan (Edward Norton) con el espejo y la de su padre (Brian Cox) dando un discurso mientras lo lleva a la cárcel son las que le dan sentido a la película y están enteramente relacionadas con la migración. Esta película fue rodada por Spike Lee en el 2002 un año después de los atentados a las Torres Gemelas que dejaron a los habitantes de la ciudad de Nueva York traumatizados. Esta ciudad se encuentra golpeada y mira con desconfianza y hasta odio a los migrantes que la crearon, tal como lo hace Monty en la primera escena citada. Sin embargo, en la escena final James Brogan afirma que la única solución que tiene su hijo para no recibir el castigo que se merece es volverse una especie de inmigrante en su propia tierra, renunciar a su vida anterior en busca de una mejor vida o sea seguir el camino tomado por muchos de los que habitan Nueva York. Entonces, creo que Lee le pide a los neoyorquinos el regreso a los orígenes, olvidar el trauma y reconsiderar al migrante que está a su costado porque son ellos mismo en el espejo a pesar de que lo han olvidado.
p.d. And you never comeback
Se fue el jugador
(1925-2008)
Top Baba
5. Desfachatados
4. Yegua
3. Pijamas
2. Putita
1. Dielectrico
p.d. Toy afanado con "Arrogante rock, conversaciones con los Babasonicos", pe
Por favor, dejen de matarse!
David Foster Wallace
(1962-2008)
Kjell Askildsen
Ajedrez (*)
El mundo ya no es lo que era. Ahora, por ejemplo, se vive más tiempo. Yo tengo ochenta y muchos, y es poco. Estoy demasiado sano, aunque no tengo razones para estar sano. Pero la vida no quiere desprenderse de mí. El que no tiene nada por qué vivir, tampoco tiene nada por qué morir. Tal vez sea ese el motivo.
Un día hace mucho, antes de que mis piernas empezaran a flaquear seriamente, fui a visitar a mi hermano. No lo había visto desde hacía más de tres años, pero seguía viviendo donde fui a visitarlo la última vez. "Sigues vivo", dijo, aunque él era mayor que yo. Me había llevado un bocadillo y él me ofreció un vaso de agua. "La vida es dura -dijo-, no hay quien la aguante". Yo estaba comiendo y no contesté. No había ido allí a discutir. Acabé el bocadillo y me bebí el agua. mi hermano miraba fijamente hacia algún punto situado por encima de mi cabeza. Si me hubiera levantado y él no hubiese desviado la mirada antes, se habría quedado mirándome directamente, pero sin duda la habría desviado. Mi hermano no se encontraba a gusto conmigo. O dicho de otro modo, no se encontraba a gusto consigo mismo cuando estaba conmigo. Creo que tenían mala conciencia o, al menos, no buena. Escribió una veintena de novelas muy largas, y yo solo unas cuantas, y además breves. Está considerado como un escritor bastante bueno, aunque un poco guarro. Escribe mucho sobre el amor, sobre todo el amor físico, me pregunto dónde lo habrá aprendido.
Mi hermano seguía con la mirada clavada en algún punto situado por encima de mi cabeza, supongo que se sentía en su derecho por las veinte novelas que tenía en el fofo trasero. Me estaban entrando ganas ganas de largarme sin decirle el motivo de mi visita, pero pensé que después de la caminata que me había dado sería de tontos, así que le pregunté si le apatecía jugar una partida de ajedrez. "Eso lleva mucho tiempo -dijo-, y yo ya no tengo mucho tiempo que perder. Podrías haber venido antes". Debí levantarme y largarme en ese momento, se lo hubiera merecido, pero soy demasiado cortés y considerado, esa es mi gran debilidad, o una de ellas. ¨No lleva más de una hora", dije. "La partida sí -contestó-, pero a eso habría que añadir la excitación posterior o el cabreo si la perdiera. Mi corazón, sabes, ya no es lo que era. Y el tuyo tampoco, supongo" . No contesté, no tenía ganas de discutir con él sobre mi corazón, así que dije: "De modo que tienes miedo a morir. Vaya, vaya". "Tonterías. Lo que pasa es que mi obra aún no está concluida". Así de pretencioso estuvo, me entraron ganas de vomitar. Yo había dejado el bastón en el suelo, y me agaché a recogerlo, quería que dejara de presumir. "Cuando morimos, al menos dejamos de contradecirnos", dije, aunque no esperaba que entendiera el sentido de mis palabras. Pero él era demasiado soberbio para preguntar. "No ha sido mi intención herirte", dijo. "¿Herirme?", contesté levantando la voz. Era razonable que me irritara. "Me importa un bledo lo poco que he escrito y lo poco que no he escrito". Me puse de pie y le solté un discurso: "Cada hora que pasa, el mundo se libra de miles de tontos. Piénsalo. ¿Te has parado alguna vez a pensar en la cantidad de estupidez almacenada que desaparece en el transcurso de un día? Imagínate todos los cerebros que dejan de funcionar, pues es ahí donde se almacena la estupidez. Y sin embargo, todavía queda mucha estupidez, porque algunos la han perpetuado en libros, y así se mantiene viva. Mientras la gente siga leyendo novelas, ciertas novelas de las que tanto abundan, la estupidez seguirá existiendo". Y añadí, un poco vagamente, lo confieso: "Por eso he venido a jugar una partida de ajedrez". Permaneció callado un buen rato, hasta que hice ademán de marcharme, entonces dijo: "Demasiadas palabras para tan poca cosa. Pero les sacaré partido, las pondré en boca de algún ignorante".
Exactamente así era mi hermano. Por cierto, se murió ese mismo día, y no es improbable que me llevara sus últimas palabras, pues me marché sin contestarle, y eso no debió de gustarle nada. Quería tener la última palabra y la tuvo, aunque supongo que hubiera querido decir algo más. Cuando lo recuerdo lo que se irritó, me viene a la memoria que los chinos tienen un símbolo en su grafía que representa la muerte por agotamiento en el acto sexual.
Al fin y al cabo éramos hermanos.
(*) En "Últimas notas de Thomas F. para la humanidad"
Sex and Tarantino (Death proof)
¿Le puede salir algo mal a
Tarantino? Eso comentaban los Julios unos meses atrás cuando yo aún no había visto “
Death Proof”, la última cinta del brillante director estadounidense. Bueno, mi respuesta es que al parecer no. Dejemos de lado todo este tributo a las cintas del género
Grindhouse, las que confieso haber visto muy poco, para mi esta cinta va un paso más allá. De hecho tenemos todos los elementos de esas películas de bajo presupuesto: violencia, persecuciones, dementes
cool, chicas
sexys en peligro, errores de continuidad... todo corregido y aumentado al estilo
Tarantino y con guiños de sus cintas anteriores...; sin embargo, me parece que lo que realmente busca retratar el director es su punto de vista sobre el mundo de las mujeres. Y esta mirada resulta ser una combinación de las que serían las
contrapartes femeninas de los ladrones de “
Reservoir Dogs” con las chicas
fashion de “
Sex and the city”. Las mujeres de “
Death Proof” al igual que las neoyorquinas de la
tele tienen en el centro de su conversación sus relaciones con el sexo opuesto y los temas banales relacionados con ellos, aunque tiene la humanidad suficiente para no llegar a convertirse esos
estereotipos mostrados por la serie de
HBO. Y esa humanidad proviene de la fuerza e independencia que muestran las chicas de la cinta y que probablemente el mismo
Quentin haya descubierto en los
sets. Una fuerza que les permite plantarse ante un Doble
Mike (
Kurt Rusell en el mejor papel de su carrera) dispuesto a ponerlas en peligro y destruirlas en lo que puede leerse como el último grito del macho desesperado que ve al mundo que conoce desaparecer.
p.d. A lo largo que avanzaba la cinta me preguntaba si el papel de Doble Mike lo podía haber hecho Michael Madsen, pero viendo el final me dije que no, Rusell o nadie.
El número uno (Ganster No 1)
A primera vista parece una de esas cintas poco originales nacidas a partir del fenómeno
Tarantino con
gánsters refinados,
ultraviolencia, saltos temporales... pero no lo es. "
Ganster No1" (2000), del escocés
Paul McGuigan, tiene una profundidad de la que carecen muchos de los
copycats de "
Pulp Fiction" y "
Reservoir Dogs" y que se debe a las brillantes interpretaciones de
Paul Bettany y
Malcolm McDowell. Estos dos actores personifican al protagonista, cuyo nombre no conoceremos, que a mi entender es uno de los personajes más despreciables de la historia del cine de mafiosos. Envidioso, traidor, vulgar, ambicioso, el personaje encarna perfectamente los peores vicios del ser humano y sirve como herramienta de exposición de la investigación del alma humana del director. Lleva al espectador a
cuestionarse la validez del dicho de
Maquiavelo: "el fin justifica los medios" y a espantarnos de él. Porque al fin y al cabo ese
gánster sin nombre puede llamarse como tú o como yo... depende de hasta dónde seas capaz de llegar por lo que ambicionas.
p.d. I am King Kong, number one! number one!