domingo, febrero 17, 2008

Bruno vete de vacaciones!

Dos chiquitas antes de irnos



y Danzando con las estrellas

p.d. ahí los vidrios

domingo, febrero 10, 2008

Calamaro a lo grande (*)

La Espuma De Las Orillas

A lo lejos se escucha venir lo que el río no quiso contar,
A lo lejos se escucha venir lo que el río no quiso contar,
como siempre te vas a reír de algo ganso que te diga yo,
y te vas a dormir abrazándote siempre a mí.

Para siempre te voy a esperar,
para siempre te voy a querer,
para siempre te voy a esperar,
para siempre te voy a querer,
Como siempre te voy a pedir,
para siempre querernos así.
La corriente del río que vino te trajo hasta mi,

Vengo liviano, como la espuma de las orillas,
a contramano de la resaca del carnaval,
mi sentimiento va a durar,
el fuego no me va a quemar,
ya no tengo espinas clavadas en el corazón.

A lo lejos se escucha venir lo que el río no quiso contar,
A lo lejos se escucha venir lo que el río no quiso contar,
como siempre te vas a reír de algo ganso que te diga yo,
y te vas a dormir abrazándote siempre a mí.

Que vengo liviano como la espuma de las orillas,
a contramano de la resaca del carnaval,
mi sentimiento va a durar,
el fuego no me va a quemar,
ya no tengo espinas clavadas en el corazón.
Que ya no tengo espinas clavadas en el corazón.

(*) La lengua popular

sábado, febrero 09, 2008

Peculiaridades de la muerte de Ledger

- Heath Ledger era fan y quería hacer una película sobre la vida del compositor británico Nick Drake, quién también murió por una sobredosis accidental de medicamentos antes de cumplir los treinta años.

- Jake Gyllenhaal, el otro cowboy de "Brokeback Mountain", quedó tan afectado que pegó una foto de Ledger en la pared del set donde está rodando su última cinta, tal como lo hacen los presos con las imágenes de sus seres amados.

- Se afirma que todos los actores que han interpretado al Joker han tenido problemas psiquiatricos al concluir el rodaje.

- Ledger canta Maggie May en la película "Lords of Dogtown".

lunes, febrero 04, 2008

Yes we can



p.d. linda la scarlett

sábado, febrero 02, 2008

El violador (*)

Julia siempre lleva vestidos sin escote y, si llevaba blusa, cerraba el cuello totalmente. Tenía un cuerpo hermoso, principalmente los senos. Hay quien dice que el seno ideal debe ser duro y arrogantemente empinado, o escarpado en sentido ascendente, o en todo caso grande y redondo como un melón. Pues no, el seno perfecto debe caer en la mano de un hombre sin que sobre hacia los lados, y blando y un poco pendiente, muy poco, en leve sinuosidad para alzarse luego dulcemente de modo que la punta quede por encima de la línea del horizonte. Las finas camisas de malla que ella usaba, sin sostén, indicaban que los senos de Julia pertenecían a esta última categoría.
Julia llevaba siempre el cuello del vestido cerrado, y solo me dejaba besarle el pescuezo, que era muy bonito. A mi me gustaba ir a la playa, pero Julia detestaba la playa y las piscinas. Cualquiera podría pensar que Julia tenía celulitis o las piernas torcidas, pero los shorts que se ponía a veces demostraban que no era ese el motivo.
Yo estaba loco por ella. Me pasaba noches enteras despierto pensando en Julia. A veces me levantaba de la cama e iba a la ventana a gritar allí su nombre. A decir verdad, había gritado también a veces otros nombres de mujer para que los oyeran desde la calle, pero nunca lo hice tan alto como cuando decía el de Julia. Con todo, en los tiempos que corren no puede uno darse por satisfecho acariciando los senos y besando el cuello de la mujer amada. Le pedí a Julia que se casara conmigo y ella respondió que no estaba preparada para asumir ese compromiso. Aparte de gritar su nombre por la ventana hacia la calle, también a veces me daba de cabezadas contra la pared pensando en Julia. A decir verdad, también me había dado cabezadas por otras mujeres, pero nunca con tanta fuerza.
Cuando le tocaba los senos, Julia agarraba con fuerza el cuello del vestido o de la blusa, y yo tenía la impresión de que no sentía ningún placer con mis caricias. Para acabar de fastidiarlo todo, Julia era huérfana y no tenía yo posibles aliados a quienes ir a ver y pedirles la mano de la hija. No me quedaba más que una medida drástica.
Compré unas cuerdas gruesas que escondí bajo la cama. Si la cosa no funciona, pensé, al menos podré ahorcarme. Nunca había pensado en ahorcarme por ninguna otra mujer.
Julia venía siempre a mi casa a ver películas que luego comentábamos animadamente. Un día, después de una de esas sesiones, la agarré con todas mis fuerzas, la dominé, me la llevé a la cama y la amarré con las cuerdas.
Cuando le abrí el cuello de la blusa, ella se puso a gritar, no, por el amor de Dios, no hagas eso.
Y Julia continuó gritando mientras yo le arrancaba la blusa. Cuando quedó desnuda, con los senos al aire, empezó a llorar. A la altura de la clavícula tenía un pequeño tumor purulento.
No queria que vieras eso, dijo sollozando convulsivamente.
Eso no es nada, yo te quiero.
Me incliné, y lamí y chupé de la pequeña pústula varias veces. A un hombre enamorado no le da asco nada de la mujer amada. Ella se quedó inmóvil, parecía haberse desmayado. En seguida la liberé de las amarras y la vestí, cerrando cuidadosamente el cuello de la blusa. Ella siguió tendida algún tiempo. Luego se levantó y se fue sin decir palabra.
Me quedé en casa, desesperado, sintiéndome un asqueroso violador.
Un mes después Julia me telefoneó para decirme que se sentía muy feliz, que durante mucho tiempo se había puesto inútilmente una porción de remedios contra aquella pústula que la avergonzaba, pero que ahora había desaparecido. Ya estaba bien, y quería encontrarse conmigo.
Empezamos a ir a las playa y a las piscinas. Continuamos viendo en mi casa los clásicos del cine, y luego nos ibamos a la cama. Ella se quitaba la ropa para que yo contemplase su cuerpo desnudo antes de hacer el amor. Decía que podíamos casarnos, si yo quería, pero yo le respondía siempre que era mejor que esperásemos un poco.

(*) Rubem Fonseca. Secreciones, excreciones y desatinos