domingo, setiembre 30, 2007

McNulty is drunk (The wire)


Cheryl: For you Kima, a decidedly confused white boy

Kima: God

McNulty: How'd it go today?

Kima: Lost him in 22, picked him back in the low-rises and then lost him on Schroeder Street after dark

McNulty: Nicely done

Kima: Are you okay to drive?

McNulty: Yeah, I'm fine, I just wanted to thank you

Kima: For what?

McNulty: For today, you know, with Daniels

Kima: You should be thanking Lester

McNulty: I did. I just wanted to thank you, too, Detective Greggs

Kima: No problem. Good night

McNulty: That it is

Cheryl: What'd I miss?

Kima: Nothing much

Kelma: Lovelorn?

Kima: Worse. Lonely (Kima and Cheryl continues sleeping together)

sábado, setiembre 08, 2007

Quiero ser como Dustin cuando sea grande

Cada cierto tiempo me digo a mi mismo que no es saludable buscarse ídolos, pero que puedo hacer siempre me acabo chocando con ellos. Es que bueno, prendo el televisor y está ahí disfrazado de mujer, correteando a Jessica Lange, compartiendo depa con Bill Murray, y nada... lo tengo que admirar. Es que es ídolo.
Recuerdo que toda mi adolescencia lo ignoré, preferí a los tipos duros, invencibles como Robert de Niro o Al Pacino. Esos que acaban saliendo por la puerta de adelante y fumando un puro al final de las pelas. Qué iba yo a ponerme a ver pelas del enemigo de Robin Hood o de un autista. Nunca tomé en cuenta sus habilidades histriónicas y seguí con los actores de un solo registro, los de perfil de malo. No había lugar para los bonachones, no señor.
Pero, bueno uno crece y empieza a ver el mundo diferente. Valora más al que te puede hacer llorar, pero también reír. Que es más cercano a un ser humano, que al ícono de una novela negra. Y empiezas a apreciar al hecho de que te haga reír a pesar de que no es un comediante. Y entonces cada vez que sus películas te diviertes como un loco y deseas poder comportarte como él. Y tras las carcajadas terminas diciendo: "quiero ser como él cuando sea grande".

sábado, setiembre 01, 2007

El desprecio (Le mepris)


Cuando vi por primera vez "El desprecio" (Le mepris) la consideré una dura película sobre el desamor y las relaciones de pareja. Hace un par de días, antes de comprarla, su fallecida majestad el bloguero me habló de la cinta de Jean Luc Godard como una película sobre el cine y las relaciones del autor con la industria.
Creo que es claro que tiene mucho de ambas cosas. No es casual la presencia de Fritz Lang, de un dramaturgo frustrado que funge de guionista (Michel Piccoli), de un productor desalmado y estadounidense (Jack Palance). Todos esos personajes; adornados por los sets, los rollos de película y las cámaras; buscan representar la cadena productiva que tanto le rompió la cabeza al buen Godard. Pero, creo que ninguno de esos personajes tiene la importancia de Camille (Brigitte Bardot), la mujer que desprecia a su esposo.
Y Godard lo sabe, por eso nos regala travellings que nos muestran cada centímetro del cuerpo de la Bardot. No es solo por pedido de los productores, es porque quiere que añoremos a esa persona que amamos y que ahora nos desprecia. De ese ser que despertó del enamoramiento inicial y se dio cuenta que eramos débiles y prefirió dar un paso al costado. Que se desencantó por habernos vendido a la industria, por contar la película. Bueno, en realidad "El desprecio" si habla mucho de como Godard ve el cine, pero indudablemente pensó más en Anna Karina, que en los productores al hacer la cinta. La peluca lo delata.

p.d. así es, al final uno se cansa